martes, 23 de junio de 2009

La Clase: Entre Muros.


“Entre Murs”, traducida por los distribuidores como “La Clase” fue la película ganadora de la palma de oro en el festival de Cannes de 2008. Estreno mundial: hace pocos meses. Pirateada en Dvd: hace dos semanas. Apenas la vengo a ver, la sorpresa fue inmensa. La película no trae nada nuevo; una búsqueda, ya explorada, de los limites del argumental frente al documental; una maleabilidad absoluta de la realidad. Incluso, es la película de un libro, de la obra homónima de Laurent Cantent, el autor del libro, el guionista, actor y director de la película.

“La Clase” es una suerte de historia que se enmarca en un colegio del “Banlieu” parisino. Todo sucede dentro de ese colegio. En tres únicas locaciones: el salón de clases, la sala de profesores y el espacio destinado a la recreación. Parece, allí, que la escogencia de estas tres locaciones no tiene relación alguna con la regla clasicista italiana del cine de los tres actos, de las tres locaciones. 8 y ½ aquí no es una referencia. Retomo. Esta clase está compuesta por una multitud de alumnos de orígenes étnicos, económicos y sociales absolutamente variables y diferentes. No existe homogeneidad alguna. Allí, una joven quiere se policía, o rapera, cuando grande, otro, es un inmigrante ilegal chino en Francia, que no domina la lengua, otro, es un joven de origen africano. El profesor- el autor del libro, director- guionista y actor del personaje- hace las veces del estereotipo del profesor francés. Y es que los profesores del sistema educativo galo son los mismo en el territorio metropolitano que en las más recónditas colonias y liceos franceses en el extranjero. Puedo probarlo. Entre estos personajes que encarnan unidades de sentido dramático se desarrolla la trama. No la historia, porque propiamente dicho no hay una historia.

Bien. El film se desarrolla bajo una estructura episódica (muy similar al de la Odisea), deja atrás cualquier forma de narración Evaristo-Técnica. Me explico: el héroe dramático, el profesor, se enfrenta a una serie de episodios (cada clase y cada reunión del equipo pedagógico es uno). Lo que sucede es que esta estructura tiene una relación directa con la variación de la intensidad dramática. Es decir, en un film con estructura episódica la intensidad dramática no es una constante obvia. En “La Clase” no hay ninguna intensidad dramática; un poco documental, en ese aspecto. De la misma manera, los episodios sólo tienen una línea dramatúrgica, sino, sencillamente, no funcionan. “La Clase” tiene tres líneas. Ahora, es bien conocido, por cualquier tipo de espectador, que en el cine, como en la vida, los personajes mutan con cada aventura y desventura. En esta “Clase” sólo un personaje muta y no es el principal. En otras palabras, una sola línea dramatúrgica se desarrolla. Es tan sencillo como cuando se sale de la sala, cabiz bajo, y exclamamos hacia el suelo: ¡¿Y que es lo que pasa en esa película?! ¡Allí, no pasó, casi, nada! Lo primero que supe del cine, por Buñuel, y por los bares después de las proyecciones, fue que en el cine todo vale, peor que en la guerra, y que en la pantalla se puede hacer lo que a uno le venga en gana. Es claro, entonces, que no tiene ningún sentido expresarse, como venga en gana, si la expresión no va a llevar un sentido y un mensaje propio. En “La Clase” la estructura falla. En una terminología un poco más especializada, el film se desarrolla en un espacio dado, en un tiempo único, el del año escolar, y marcha según una suerte de estructura episódica con tres líneas dramatúrgicas. Los gags, no lo sitcoms, no se deben confundir, abundan.

El film es una bandera por excelencia misma del didactismo; desde la forma hasta el contenido. “La Clase” es una aproximación Brechtiana a un cine de orden didáctico. La forma, desde su estructura, lo muestra, el contenido, se sostiene como un encuadre fijo que muestra lo que sucede; sin intervención, desde dirección, alguna. Es decir, “La Clase” no busca ningún entretenimiento ni ninguna expresión discursiva. Sencillamente, muestra lo que sucede en una “Clase” de un colegio, de una “Banlieu” parisino. Nada más. Cualquier interpretación posterior de la validez del film como sujeto sociológico o didáctico, no es más que eso: interpretaciones. De esa manera, es sustentable sostener que el film no es una lógica de sentido lingüístico, lo que en los términos cinematográficos más radicales, indica que “La Clase” no es cine. La reducción del espacio-tiempo lleva a una estereotipación de los personajes, puesto que todos esos agentes solo se mueven en un entorno determinado, en un entorno determinador.

En Ali Baba y los cuarenta ladrones, sólo existen dos personajes: Alí y los ladrones. Nunca 41. Los ladrones son idénticos y encarnan una sola unidad de sentido. En “La Clase” sucede lo mismo: el profesor y los alumnos. El sujeto tratado, entonces, parece una suerte relato renacentista en dónde los procedimientos narrativos irónicos abundan. Ahora, el film tiene una inmensa característica de trasfondo: el problema étnico de la juventud francesa. El film, sencillamente, muestra lo que sucede: una clase repleta de estudiantes con intereses e influencias étnicas y sociales diferentes. El adolescente, aparece como un arquetipo que sólo sabe pensar en rap y futbol, que se reconoce a sí mismo como un ser básico, estructural y vacio. “La Clase” no se empeña en expresar un procedimiento critico-discursivo de esta situación. Tan triste es este reflejo que el subtitulo de la película dice lo siguiente: “La película que define a una generación” No digo, entonces, que esa problemática no exista, ni que sea de poca importancia, digo, de lo que hablo, del film.

Ahora, el asunto ha llegado a terrenos ideológicos, se ha salido de la pantalla. Y quiero empezar, por ello, citando, el primer párrafo de una obra maravillosa (“Avertissement aux Écoliers et Lycéen” [“Advertencia a los escolares”] Raoul Vanneigem, 1999, Editoriales Negras, Colombia, Bogotá.- para la única versión colombiana que he encontrado, y nunca he visto; tuve la fortuna de leer la obra de este francés en su lengua. En francés, se encuentra fácilmente en la red.-).


« L'école a été, avec la famille, l'usine, la caserne et accessoirement
l'hôpital et la prison le passage inéluctable où la société marchande
infléchissait à son profit la destinée des êtres que l'on dit humains. »

« La escuela ha sido, con la familia, la fabrica, el hospital y la prisión el paso
ineluctable caracteristico dónde la sociedad mercantilista influye a su
beneficio el destino de los seres que se dicen humanos »
-La traducción no es muy fiel, disculpen-


« La Clase » es un claro reflejo de la escuela francesa : opresión, represión, aburrimiento. El profesor es un ser irónico que agrede psicológicamente a sus estudiantes. El profesor, como en el film, es un ser estupido que reclama a toda costa respeto y autoridad. Los estudiantes deben dar ese respeto como una obligación, no como una pleitesía. La escuela misma, en sentido arquitectónico, esta diseñada como una prisión, como una suerte de panoptico. La jerarquía, cuidadosamente diseñada, hace que la rebelión sea completamente improbale. Cualquier explosión colerica- ¡tan natural en la condición humana !- es sancionada. El estudiante es negado, sesgado, e incomprendido. Y precisamente, es esto lo que sucede en la pelicula. Incluso, cada una de las frases que aquí escribo corresponde al ardid drámatico de una secuencia determinada de la pelicula.

Si Laurent se atreve a encuadrar una situación como esta, sin dar comentario ni critica alguna, pasa por adherente. El silencio otorga. De allí, mi posición. De allí, mi comentario. Y sé bien que no soy el primero en hablar de la perversión pedagógica en la escuela. Illich, Bakunin, Onfray, entre otros, ya han expuesto argumentos que yo simplemente retomo.

Siento, ahora, que el papel está algo lleno que he perdido mi vaga condición de critico y me he adherido a una condición más peligrosa : la de realizador. Ahora, se me hace imposible dar una mirada coherentemente critica de una pelicula, sin pensar en cómo esta podría hacerse bajo parametros distintos, bajo concepciones diferentes. No soy, frente a la pantalla, un ser objetivamente critico. Empiezo a hacer parte de una maquinaria que busca el cambio desde las imagenes y no desde las palabras. Por esta razón es que encuentro validez en lo que digo y justificación en la Palma de Oro que está pelicula carga sobre sus Hombros.