domingo, 28 de junio de 2009

Café Cinéma, Café CinHembra.


SEC 1. INT. CUARTO. NOCHE.

HOMBRE se levanta estrepitosamente, su cabeza está bajo una sabana blanca. En frente, un televisor encendido, con bandas de color. HOMBRE mira una cajetilla de cigarrillos que hay en el suelo, cierra los ojos con fuerza y se levanta de la cama. Sale de la habitación, sin zapatos.


SEC 2.INT. BAR. NOCHE

HOMBRE está en un BAR en la barra un hombre bebe de la botella solo. Las mesas están vacías. El humo invade el local. Una MUJER, del otro lado de la barra lo señala con el dedo índice. HOMBRE se acerca a la barra.

HOMBRE
La responsabilidad es el resultado de la reflexión propia y el compromiso mismo con la que las personas que reclamen actos responsables. De esa manera, el reclamo de responsabilidad por otras personas no es más que un acto para librarse de culpas. Acceder a comprometerse con la responsabilidad recae en el egocentrismo del ser y en la relación con el Otro.


HOMBRE mete las manos en sus bolsillos buscando algo. Saca las manos y las mira. Se mira sus pies descalzos.




MUJER
Yo soy una puta. Poco se de responsabilidad. Yo sobrevivo. Es todo. Nada más.

HOMBRE
Sobrevivir, es cuidarse ¿Porque eres puta si quieres sobrevivir? Vivir está más cerca de la muerte. Te lo digo, por eso estoy acá.


MUJER
Sobrevivir no es cuidarse, sino no dejarse morir. Soy puta, algo tengo que hacer.... para no dejarme morir. ¡Cabrón!

MUJER mira sus pies.

HOMBRE
¡¿Algo tengo que hacer?! Es un conformismo. ¿Cabrón? No puedo dormir en casa porque la tv siempre está encendida por eso vengo a refugiarme en sabanas sucias. De Cabrón no tengo nada, me faltan son cojones.

MUJER
Es la naturaleza el conformismo ¿Para qué voy a buscar más allá?
Cobarde.


HOMBRE
Por curiosidad… Sí. Sólo me quedan ganas de salir corriendo.

HOMBRE mira al sujeto que bebe solo en la barra.



MUJER
Después de tanto descubrís, se va acabando la curiosidad.
Vergüenza das.


HOMBRE
¿Y la responsabilidad, donde quedó?

HOMBRE señala, con el dedo índice, una botella de licor que está sobre el mostrador, detrás de la barra.

MUJER
Te lo dije ya...eso ya no existe para mí....ya no la necesito.

MUJER coge la botella de licor, le da vueltas entre sus manos.

HOMBRE
Es igual de vergonzoso que mi situación, eso de no tener responsabilidad.

MUJER
No, es solo más libertad.

HOMBRE
Oh! Libertad. Explícame eso.

MUJER
No ataduras. Poco de racionalidad. Ahí van los impulsos.

MUJER sirve un trago de la botella. Hace que la copa se deslice por la barra y llegué a HOMBRE.

HOMBRE
¿La libertad, entonces, es dejarse llevar por los impulsos, por los más bajos instintos humanos?

HOMBRE bebe un trago.

MUJER
Sí, algo parecido. Sigo sin entender por qué le huyen tanto a la humanidad. Es inherente a nosotros, no más omisión.


HOMBRE
Ya entendí porque sos una puta…¿Tenés un cigarro?

FDC-F


---A proposito, de la Nota Del Director del cortometraje "Y Hacían Cien Grados"---

El metraje, desde dirección, esta propuesto como un texto que busca una relativa complejidad desde el montaje y la planimetría para llevar los aspectos lingüísticos de la imagen más allá de la idea de mostrar el suceso. De esa manera, es esencial proponer una dirección artística de corte minimalista, que no aluda a una temporalidad dada. Así, la imagen, como tal, tiene mayor protagonismo. El sonido, en una búsqueda de las posibilidades lingüísticas del cine, para este metraje, esta sostenido desde los efectos psicológicos que pueden causar los sonidos incidentales en el espectador (anticipación, suspenso…). Antes que el suceso mismo, la imagen y el sonido tienen protagonismo. La fotografía, entonces, siguiendo esta dinámica explora el encuadre pictórico y las posibilidades que la temperatura del color proponga. La luz aparece como un recurso artístico-comunicativo. Lo que supone un rechazo a cualquier idea de “iluminación suficiente”.

Todas estas características propuestas desde la dirección apuntan a causar un efecto que haga que el metraje se encuentre anclado en un espacio de realidad entre lo absoluto y lo imaginario: el espacio no remite a un momento dado, la fotografía explora puntos de vista particulares, el sonido causa curiosidad y el montaje es una exploración del lenguaje cinematográfico mismo. La percepción que se da desde la dirección busca que la narración de los sucesos no sea completamente fiel a la realidad.

Es una, no tan sencilla, busqueda en una escala amplia e imaginativa, en un mundo doble, sólido y onirico, conocido y desconocido a la vez.

miércoles, 24 de junio de 2009

Un poco de Dogma (Sí, del # 32) en la comisura de los Labios.

SEC. CALLE. EXT. DÍA.

MUJER (36) sale vestida con un vestido de bodas de una iglesia de corte renacentista. Lleva un perro viejo atado a una correa en sus manos. Corre desesperada y desorientada. El perro la enreda con la correa y cae al suelo. HOMBRE (30) aparece le da una mano para que se levante y la aproxima bruscamente a su cuerpo.

MUJER (36)
- Hago infeliz a todas a las personas que amo.

HOMBRE (30)
- A mi no.

MUJER (36)
- Yo no te amo.


HOMBRE (30) hace una mueca de sorpresa y pasa su mano por su rostro. Una expresión de tristeza queda después de que la mano pase. MUJER (36) suelta al perro, se quita sus zapatos de tacones y se empina para besar a HOMBRE (30). Se besan. MUJER (36) coge de nuevo su perro y cruza la calle. Camina sin afán. HOMBRE (30) la ve alejarse, mientras se agacha a recoger los zapatos que MUJER (36) ha dejado tirados.



Corte Abrupto.

martes, 23 de junio de 2009

Bosquejos de Kinomatografía


Si el bosquejo es la busqueda de un producto y el Kino el radical del cine, lo he dicho todo.
Este blog se propone, como meta superficial, ser un espacio de expresión y reflexión. Además, no lo puedo obviar, un espacio, un lugar más dónde pueda perder mi tiempo. Espero, en la medida de lo posible, entregar periódicamente reflexiones variadas sobre cualquier cosa que me venga a la cabeza, y que merezca ser publicado. Ahora, tengo la cabeza repleta de cine. No se esperen otras cosas.

La Clase: Entre Muros.


“Entre Murs”, traducida por los distribuidores como “La Clase” fue la película ganadora de la palma de oro en el festival de Cannes de 2008. Estreno mundial: hace pocos meses. Pirateada en Dvd: hace dos semanas. Apenas la vengo a ver, la sorpresa fue inmensa. La película no trae nada nuevo; una búsqueda, ya explorada, de los limites del argumental frente al documental; una maleabilidad absoluta de la realidad. Incluso, es la película de un libro, de la obra homónima de Laurent Cantent, el autor del libro, el guionista, actor y director de la película.

“La Clase” es una suerte de historia que se enmarca en un colegio del “Banlieu” parisino. Todo sucede dentro de ese colegio. En tres únicas locaciones: el salón de clases, la sala de profesores y el espacio destinado a la recreación. Parece, allí, que la escogencia de estas tres locaciones no tiene relación alguna con la regla clasicista italiana del cine de los tres actos, de las tres locaciones. 8 y ½ aquí no es una referencia. Retomo. Esta clase está compuesta por una multitud de alumnos de orígenes étnicos, económicos y sociales absolutamente variables y diferentes. No existe homogeneidad alguna. Allí, una joven quiere se policía, o rapera, cuando grande, otro, es un inmigrante ilegal chino en Francia, que no domina la lengua, otro, es un joven de origen africano. El profesor- el autor del libro, director- guionista y actor del personaje- hace las veces del estereotipo del profesor francés. Y es que los profesores del sistema educativo galo son los mismo en el territorio metropolitano que en las más recónditas colonias y liceos franceses en el extranjero. Puedo probarlo. Entre estos personajes que encarnan unidades de sentido dramático se desarrolla la trama. No la historia, porque propiamente dicho no hay una historia.

Bien. El film se desarrolla bajo una estructura episódica (muy similar al de la Odisea), deja atrás cualquier forma de narración Evaristo-Técnica. Me explico: el héroe dramático, el profesor, se enfrenta a una serie de episodios (cada clase y cada reunión del equipo pedagógico es uno). Lo que sucede es que esta estructura tiene una relación directa con la variación de la intensidad dramática. Es decir, en un film con estructura episódica la intensidad dramática no es una constante obvia. En “La Clase” no hay ninguna intensidad dramática; un poco documental, en ese aspecto. De la misma manera, los episodios sólo tienen una línea dramatúrgica, sino, sencillamente, no funcionan. “La Clase” tiene tres líneas. Ahora, es bien conocido, por cualquier tipo de espectador, que en el cine, como en la vida, los personajes mutan con cada aventura y desventura. En esta “Clase” sólo un personaje muta y no es el principal. En otras palabras, una sola línea dramatúrgica se desarrolla. Es tan sencillo como cuando se sale de la sala, cabiz bajo, y exclamamos hacia el suelo: ¡¿Y que es lo que pasa en esa película?! ¡Allí, no pasó, casi, nada! Lo primero que supe del cine, por Buñuel, y por los bares después de las proyecciones, fue que en el cine todo vale, peor que en la guerra, y que en la pantalla se puede hacer lo que a uno le venga en gana. Es claro, entonces, que no tiene ningún sentido expresarse, como venga en gana, si la expresión no va a llevar un sentido y un mensaje propio. En “La Clase” la estructura falla. En una terminología un poco más especializada, el film se desarrolla en un espacio dado, en un tiempo único, el del año escolar, y marcha según una suerte de estructura episódica con tres líneas dramatúrgicas. Los gags, no lo sitcoms, no se deben confundir, abundan.

El film es una bandera por excelencia misma del didactismo; desde la forma hasta el contenido. “La Clase” es una aproximación Brechtiana a un cine de orden didáctico. La forma, desde su estructura, lo muestra, el contenido, se sostiene como un encuadre fijo que muestra lo que sucede; sin intervención, desde dirección, alguna. Es decir, “La Clase” no busca ningún entretenimiento ni ninguna expresión discursiva. Sencillamente, muestra lo que sucede en una “Clase” de un colegio, de una “Banlieu” parisino. Nada más. Cualquier interpretación posterior de la validez del film como sujeto sociológico o didáctico, no es más que eso: interpretaciones. De esa manera, es sustentable sostener que el film no es una lógica de sentido lingüístico, lo que en los términos cinematográficos más radicales, indica que “La Clase” no es cine. La reducción del espacio-tiempo lleva a una estereotipación de los personajes, puesto que todos esos agentes solo se mueven en un entorno determinado, en un entorno determinador.

En Ali Baba y los cuarenta ladrones, sólo existen dos personajes: Alí y los ladrones. Nunca 41. Los ladrones son idénticos y encarnan una sola unidad de sentido. En “La Clase” sucede lo mismo: el profesor y los alumnos. El sujeto tratado, entonces, parece una suerte relato renacentista en dónde los procedimientos narrativos irónicos abundan. Ahora, el film tiene una inmensa característica de trasfondo: el problema étnico de la juventud francesa. El film, sencillamente, muestra lo que sucede: una clase repleta de estudiantes con intereses e influencias étnicas y sociales diferentes. El adolescente, aparece como un arquetipo que sólo sabe pensar en rap y futbol, que se reconoce a sí mismo como un ser básico, estructural y vacio. “La Clase” no se empeña en expresar un procedimiento critico-discursivo de esta situación. Tan triste es este reflejo que el subtitulo de la película dice lo siguiente: “La película que define a una generación” No digo, entonces, que esa problemática no exista, ni que sea de poca importancia, digo, de lo que hablo, del film.

Ahora, el asunto ha llegado a terrenos ideológicos, se ha salido de la pantalla. Y quiero empezar, por ello, citando, el primer párrafo de una obra maravillosa (“Avertissement aux Écoliers et Lycéen” [“Advertencia a los escolares”] Raoul Vanneigem, 1999, Editoriales Negras, Colombia, Bogotá.- para la única versión colombiana que he encontrado, y nunca he visto; tuve la fortuna de leer la obra de este francés en su lengua. En francés, se encuentra fácilmente en la red.-).


« L'école a été, avec la famille, l'usine, la caserne et accessoirement
l'hôpital et la prison le passage inéluctable où la société marchande
infléchissait à son profit la destinée des êtres que l'on dit humains. »

« La escuela ha sido, con la familia, la fabrica, el hospital y la prisión el paso
ineluctable caracteristico dónde la sociedad mercantilista influye a su
beneficio el destino de los seres que se dicen humanos »
-La traducción no es muy fiel, disculpen-


« La Clase » es un claro reflejo de la escuela francesa : opresión, represión, aburrimiento. El profesor es un ser irónico que agrede psicológicamente a sus estudiantes. El profesor, como en el film, es un ser estupido que reclama a toda costa respeto y autoridad. Los estudiantes deben dar ese respeto como una obligación, no como una pleitesía. La escuela misma, en sentido arquitectónico, esta diseñada como una prisión, como una suerte de panoptico. La jerarquía, cuidadosamente diseñada, hace que la rebelión sea completamente improbale. Cualquier explosión colerica- ¡tan natural en la condición humana !- es sancionada. El estudiante es negado, sesgado, e incomprendido. Y precisamente, es esto lo que sucede en la pelicula. Incluso, cada una de las frases que aquí escribo corresponde al ardid drámatico de una secuencia determinada de la pelicula.

Si Laurent se atreve a encuadrar una situación como esta, sin dar comentario ni critica alguna, pasa por adherente. El silencio otorga. De allí, mi posición. De allí, mi comentario. Y sé bien que no soy el primero en hablar de la perversión pedagógica en la escuela. Illich, Bakunin, Onfray, entre otros, ya han expuesto argumentos que yo simplemente retomo.

Siento, ahora, que el papel está algo lleno que he perdido mi vaga condición de critico y me he adherido a una condición más peligrosa : la de realizador. Ahora, se me hace imposible dar una mirada coherentemente critica de una pelicula, sin pensar en cómo esta podría hacerse bajo parametros distintos, bajo concepciones diferentes. No soy, frente a la pantalla, un ser objetivamente critico. Empiezo a hacer parte de una maquinaria que busca el cambio desde las imagenes y no desde las palabras. Por esta razón es que encuentro validez en lo que digo y justificación en la Palma de Oro que está pelicula carga sobre sus Hombros.

sábado, 20 de junio de 2009

De lo que ví. De lo que veo. De lo que veré, Y no veré. (Sólo un poco)

EE.UU. (Institute For Regional Education, Santa Fe)
Idioma: Inglés, Hopi
Dirección: Godfrey Reggio
Producción: Godfery Regio
Guión: Ron Fricke, Michael Hoening, Godfrey Regio, Alton Walpole
Fotografía: Ron Fricke
Música: Philip Glass, Michael Hoening
Festival de Berlín: Godfrey Reggio nominación (Oso de Oro)


“Koyaanisqatsi” (1983)


“Koyaanisqatsi” es el primer film de una trilogía que nos apabulla, que nos da cinco horas de material- delirante y deleitante-: un film inteligente por sí mismo, una vanguardia de la imagen; sin argumento, con música minimalista incesante y con un serio mensaje sociopolítico. Estrenada, en cines comerciales, en 1983, e inicialmente, concebida en formato 35mm- se hará en 75mm por exigencia de Ron Fricke, el director de fotografía- “Koyaanisqatsi” es la fase inicial de una trilogía “Qatsi”.

“Powaqqasi” se estrena en 1988, tras cuatro años de trabajo en colaboración con la NASA. “Naqoyqatsi” se estrenará en el 2002, sufriendo numerosos problemas financieros. Cada uno de los filmes tiene sus seguidores y admiradores. Sin embargo, “Koyaanisqatsi” provoca nuestra mente, aterra y alerta el ojo y embriaga el oído.

El texto visual tiene recónditos orígenes. Por una parte, Reggio y sus ambiciones de crear un cine nuevo, algo audaz y revolucionario. Desde la imagen, el sonido, la dirección y el argumento inexiste. Por la otra, la ambición de que cada espectador haga una interpretación de un cine no narrativo. “Koyaanisqatsi” es un particular documental donde el concepto de la no narración cinematográfica alcanza uno de sus mayores esplendores. Cabe resaltar y hacer hincapié, en el mensaje del film, en el meta-objetivo, en el cual la naturaleza y la cultura, la analogía del concepto de entorno social y natural sociológico, han perdido su equilibrio y se balancean en los aranceles de la modernidad y la tecnología.

“Koyaanisqatsi”, en hopi, lenguaje de los indios homónimos, quiere decir “Vida sin equilibrio”. El filme establece la relación del mundo natural y el mundo social, la naturaleza y la actividad humana. Todo esto expresado con una particular estética visual: Focos selectivos de kilómetros enteros, teleobjetivos en las nubes, procesos fotográficos que emulan el movimiento, lentes anamórficos… Es una estética fresca y original que fomenta pensamientos frescos y originales sobre asuntos ecológicos y ambientales.


Reggio indaga en las aguas turbias del experimentalismo; Hilary Harris y Stan Brakhage, son influencias muy visibles en la trilogía del director. Paralelamente, el vanguardismo “Qatsi” es amplio y comprensible para el espectador “Lambda”, de ahí, que su influencia, importancia y mensaje no se hayan apagado.

Dirigiendo el Manicomio.

"La de Director es la única profesión en todo el mundo en la que un hombre puede
mantenerse alegremente durante años sin que nadie descubra que es un
incompetente. "

Orson Welles

Director

viernes, 19 de junio de 2009

Media Noche. Una situación Kafkiana.

SEC . EXT. DÍA. JARDÍN CASA ABUELA

ABUELA (66) busca en sus bolsillos la llave de la puerta que tiene en frente de ella. Sostiene sus compras con una sola mano. Tambalean. Mira las llaves con satisfacción. En ese instante sus compras se le caen de la mano. Se agacha con esfuerzo. Un gato, de rayas negras y grises, aparece. Maúlla. Se le acerca con cautela a una lata de atún que derrama algo de aceite. Maúlla de nuevo. ABUELA (66) pone su cuerpo en posición recta. Un HOMBRE (39) aparece.

HOMBRE (39)
- Es mi gato. Disculpe.


ABUELA (66) lo mira con extrañeza y mira, en un movimiento seguido, sus compras. HOMBRE (39) Se agacha y empieza a recoger unas cuantas cosas. Las deja caer. Vacila un poco con sus manos. Coge la lata de atún y le da una vuelta entre sus manos. Golpea a ABUELA (66) con la lata de atún, en la cabeza, 5 veces. ABUELA (66) cae al suelo, su cabeza esta abierta. Se ven sus sesos. El gato maúlla, se acerca y lame la sangre que sale, lentamente, de la cabeza de ABUELA (66); el gato ingiere un poco de materia gris. Retira la cabeza y sigue lamiendo. HOMBRE (39) mira la lata con una pequeña sonrisa en el rostro, la empaca en su bolsillo y se va. El gato sigue lamiendo la sangre.



Fade a Negro.

Y El Cine Renació Como Religión Secular


A finales de los cincuenta y principios de los sesenta, la llamada Teoría del Autor pasó a presidir la crítica y la teoría cinematográfica. El novelista y cineasta Alexandre Astruc preparó el camino para la Teoría del Autor con su ensayo, publicado en 1948, “El nacimiento de una nueva vanguardia: La Caméra- Stylo”, en el que sostenía que el cine se estaba convirtiendo en un medio análogo a la pintura o a la novela. El cineasta debe ser capaz de decir “Yo”, al igual que el novelista o el poeta. La idea de una Caméra-Stylo privilegia, entonces, el acto de dirigir películas; el director ya no es un lacayo de un guión preexistente, sino un artista creativo por derecho propio. Truffaut, en sus épocas en el Cahier, desempeñó un importante papel con sus sutiles y estratégicas agresiones al cine francés de prestigio, o tradición. Él- dándole un poco su estatus de diosecillo- desacreditaba la tradición de Calidad que convertía a los clásicos de la literatura francesa en películas predecibles, ostentosas y, desagradablemente, correctas, de estilo totalmente formulario. Este cine arcaico tomó el nombre de Cinéma de Papa. Truffaut desdeñaba esta tradición de Calidad afirmando que se trataba de un cine de guionistas acartonado y académico; alababa, en cambio, la vitalidad del cine inconformista y popular. La Tradición de Calidad, entonces, convertía- se escribirá en pasado imperfecto, por la imperfección del tema y por el, notable, anacronismo argumentativo- la creación de películas en una simple traducción de un guión-o, libreto- preexistente, cuando en realidad debe ser la aventura de una puesta en escena libre de restricciones.

Para Truffaut, el nuevo cine, el de la Nouvelle Vague, se asemejaría a la persona que lo hiciera, no tanto a través del contenido autobiográfico como a merced de su estilo; el filme estará, entonces, impregnando con la personalidad del autor. La Teoría del Autor sostenía que directores intrínsecamente fuertes exhiben, con el paso del tiempo, una personalidad estilística y temática reconocible. Es decir, que el verdadero talento siempre se expresará, sin importar las circunstancias.


Es interesante introducir, un poco el trabajo de Cahiers de Cinéma; desde la publicación de su primer número en 1951, la revista, se convirtió en un órgano clave para la propagación de la Teoría del Autor. Para los críticos del Cuaderno, el director era el responsable último de la estética y la puesta en escena del filme. Existía, entonces, una distinción teórica entre metteurs-en-scéne, es decir, aquellos que se inscribían, por los rasgos de sus narraciones, en convenciones dominantes y en los guiones que se les confiaban; y, por otra parte, los que utilizaban la mise-en-scéne como expresión narrativa y discursiva personal.

Aunque la teoría de autor se puso de moda en los años cincuenta, la idea ya estaba enganchada en la tradición en numerosos aspectos. La, no tan eterna, caracterización del cine como “Séptimo Arte” daba ya, implícitamente, a los artistas cinematográficos, no sólo a los directores, el mismo estatus que a los escritores y pintores. Cabe anotar aquí, las raíces y primeras secuelas del Star System, tramado en la poderosa máquina de sueños hollywoodense. Retomo. Hacía 1921, se habían ya comparado, en estudios literarios, las técnicas cinematográficas con los dispositivos literarios de novelistas como Flaubert y Dickens. Durante el periodo de entreguerras y, con su notable lapso de ausencia creativa de 1939-1945, hasta la entrada de los Treinta Gloriosos, la metáfora de la autoría no fue más que un concepto estructurador clave de la critica y la teoría del cine; un oficio de sibaritas.

Como la situación en el viejo continente ha sido retratada, pasemos al otro lado del Atlántico, allí, las publicaciones sobre cine de ficción- o argumental- habían anticipado la discusión sobre la autoría al debatir la importancia y la lógica de la mecánica de Rodaje y la responsabilidad de los distintos miembros del equipo de realización. Se reivindicó al Guionista y al Guionista-Director, puntos clave en el desarrollo (i) lógico de este texto. Todas estas discusiones respondían a un intento de reivindicar –o de buscar- orígenes artísticos para el medio y estaban promovidas por el deseo de demostrar que el cine podía trascender su forma de producción artesanal e industrial y constituir una visión singular, una firma, una estampa. Allí, el director es proyectado como un ser afín a la danza, el teatro, la música y la poesía; como creador de un mundo sin palabras; como aventurero de la percepción; de la sobreexposición, de los filtros naturales improvisados; el artista que escupe sobre la lente del objetivo para crear una visión perspectivística del mundo.

Durante la posguerra, el discurso cinematográfico, como el literario, empezó a girar entorno a una serie de conceptos como Escritura y textualidad. Los directores de la Nouvelle Vague Cinematographique francaise mostraron preferencia por la metáfora de la escritura. El asunto tiene sus raíces en las raíces mismas de las carreras de estos hombres- casi todos eran hombres-; muchos de ellos empezaron como críticos cinematográficos para quienes artículos y films eran simplemente dos posibles formas de expresión. No es casual, por ejemplo, que la primera película de Truffaut- ganadora de Cannes a mejor Película- Los Cuatrocientos Golpes (Les Quatre Cents Coups, 1959), abunde en referencias a la escritura: el plano inicial de los alumnos escribiendo, la imitación de Antoine de la caligrafía de su madre, su robo de una máquina de escribir, su Pastiche de Balzac que despierta acusaciones de plagio. Toda esta constelación de ejemplos apuntan a la metáfora subyacente, a la visión que Truffaut tiene de hacer películas. Paralelo en tiempo, la Nouvelle Vague se mostró profundamente ambivalente respecto a la literatura; en la forma de guiones literarios y adaptaciones convencionales; el enemigo del cual abjurar.

Producto de la conjunción de la cinefilia y de una veta rota romántica del existencialismo, la teoría del autor debe considerarse, en parte, una replica ante los desaires elitistas de ciertos intelectuales literarios respecto al cine, al prejuicio iconofóbico respecto al cine como “medio visual”, al debate sobre la cultura de masas que veía al cine como agente de alienación política, al tradicional antiamericanismo de la élite literaria francesa. La teoría de autor fue, en cierto sentido y medida, un palimpsesto de influencias que combinaba las concepciones expresivas románticas del artista, las modernas nociones formalistas de discontinuidad y fragmentación estilística, y un interés “protomoderno” por las artes y los géneros “inferiores”- la serie B era un ejemplo, si es que no lo sigue siendo en las precarias industrias cinematográficas latinoamericanas-. Lo verdaderamente escandaloso de la Teoría del Autor no era tanto que prestigiase al director como equivalente del autor literario, sino más bien a quién adjudicaba este prestigio. Cineastas como Einsenstein, Renoir y Welles habían sido considerados autores desde siempre porque gozaron del control supremo, absoluto y artístico de sus propias producciones. La teoría del Autor es, también, una dicotomía diacrítica que expresa la necesidad de un cine que busca distanciarse, para definirse en sí mismo, del “Otro”, que siempre había sido el Cine Americano, Estadounidense, de la máquina de sueños hollywoodense. Es decir, la teoría es una búsqueda de “vulgarización” de la cultura americana, como contrapunto diacrítico de la identidad nacional francesa. ¡Ojo! Allí, el primer vestigio del nacimiento del cine nacional y de las industrias nacionalistas.

En Francia, la Teoría del Autor formaba parte de una estrategia que pretendía facilitar un nuevo modo de hacer películas. Esta idea práctica fue simultáneamente la inspiración y el instrumento estratégico de los cineastas de la Nouvelle Vague, quienes la emplearon para abrirse paso en el vasto panorama de la industria cinematográfica francesa; conservadora y jerárquica, dónde los aspirantes a directores debían esperar toda una, miserable, vida para hacer una película. Directores-Críticos como Truffaut y Godard atacaron al sistema establecido, a sus rígidas jerarquías de producción, a su preferencia por el rodaje en estudio y a sus convencionales procedimientos narrativos.

En sus mórbidas encarnaciones más extremas, la Teoría del Autor puede – más bien, debe- considerarse como una forma antropomórfica de “Amor” al cine. El cine renació como religión secular.