lunes, 7 de septiembre de 2009

La Tradición pedagógica del cine como lenguaje

En este momento, en el que dictar pequeñas conferencias sobre el análisis fílmico, se me ha hecho real y corriente, enfocado siempre a la idea- bien verdadera- de que el cine es un instrumento didáctico, se me ha ocurrido escribir el siguiente texto. Un poco de cine, de lenguaje y de academia. Mezcla explosiva. Las explosiones no siempre me gustan. Igual, esta vez le doy un poco más de mi tiempo, a este sujeto que me apasiona y que me aterroriza.

En la tradición pedagógica francesa el cine ha sido considerado durante mucho tiempo – desde la Nouvelle Vague hasta mis días y los del lector- ante todo como lenguaje. La aproximación a la película como “obra”- otro hito de la New Wave- era más bien cosa de los cine-clubs, y bares, cuando no cedían, más que todos los segundos, a ese gran pecado que es el “continuismo”. Esto se debe principalmente a dos razones. Aquí no tomo en cuenta la academia de corte puramente cinematográfica.

La primera es una coincidencia histórica. En Francia, el momento hegemónico de las ciencias del lenguaje (lingüística, semiología, semiótica) coincidió con una crecida espectacular de la idea del cine en la escuela, después en la academia. El miedo, el rechazo, la aceptación y la comprensión, frente a este objeto nuevo para el que no habían sido preparados, les hizo aferrarse a modelos de análisis más familiares que ya practicaban, especialmente en la literatura. Por ignorancia el film se interpretó de manera textual, así se utilizó. No digo que no exista una textualidad en el cine, pero a eso hay que tenerle cuidado. No es un asunto tan sencillo. Partir de lo conocido para aproximarse, en esto nunca se llega, a lo menos conocido es lo contrario de la exposición al arte como alteridad, y generalmente lleva a esquivar la verdadera, singularidad del cine. En una singularidad se puede perder la singularidad. De ahí que el cine tenga la vocación de compartir experiencias que sin él nos seguirían siendo extrañas; permite y da un acceso a la alteridad. Lo nuevo en el cine no es una revisión de lo viejo; lo nuevo es nuevo, sencillamente nuevo.

Estoy convencido de que el “lingüisticismo” es un mal menor comparado con la instrumentalización de las películas, en la medida en que conduce más fácilmente a tener en cuenta la especificidad y la calidad artística del objeto de la película. El verdadero problema está en que este fenómeno puede desembocar fácilmente en una negación de la realidad del cine como arte impuro. En otras palabras, en las de Passollini, como “lengua escrita de la realidad”, o de la Irrealidad, si quiero y si se quiere. También se deja escapar una parte esencial del cine si no se habla del mundo que la película nos da a ver al mismo tiempo que se analiza la manera en cómo nos lo muestra y en cómo lo reconstruye. El análisis y la comprensión merecen de la evaluación de la situación, pensada como un todo.
“El cine no es sino el momento escrito de esa lengua natural y total que es la acción sobre la realidad”
Pier Paolo Passollini, L´expérience Herétique, Payot, Paris, 1979
Por ello mismo es que el cine se distingue de todas las artes, por su capacidad de reflejar la realidad a través de la realidad, como la irrealidad a través de la irrealidad.

Bien. Ahora se me antoja hacer una relación bien clara y directa con la pedagogía, el cine y la interpretación lingüística del texto fílmico. No es un secreto para nadie que los ilusionistas pedagogos (qué dónde vivo me perdonen por lo que voy a escribir) han establecido su discurso sobre el análisis fílmico durante mucho tiempo en creer que el desciframiento era la única vía posible para desarrollar el espíritu critico de los niños a partir de circuitos cortos de análisis. Pues no. Esta hipótesis es falsa. Sino fuera, porque se me hubiera ocurrido estudiar el cine de otra manera, mis proyecciones sobre la pantalla serían básicas, planas e inútiles. Hay que tener cuidado a la hora de utilizar el cine en la escuela, a la hora de utilizarlo como herramienta pedagógica o a la hora de sencillamente mostrarlo. No pensar en esto es tener una idea muy ingenua y angelical de la relación de fuerza entre la intervención pedagógica y la potencia de carga ideológica del cine. Cuidado.

Retomo- yo no soy cineasta ni mucho menos pedagogo-. Aquí, he escrito de la doble aproximación lingüística – desde el lado semiótico de la producción de sentido- e ideológica al cine. La frase parece un asunto complejo; no lo es tanto. He intentado aproximarme a la dimensión lingüística del cine y a su dimensión discursiva, interpretando esta última como un acercamiento plástico y artístico al arte de las luces, el sonido y la narrativa.

CeQu´ilFallaitDemontrer: La Armonía artística del cine cuenta tanto o igual que los parámetros lingüísticos.